Sin lugar a dudas, pretender conseguir mejores fotos día a día es una noble y muy saludable aspiración.
El problema puede llegar cuando, pensando únicamente en el resultado final, uno se obsesiona y deja de hacer muchas fotos por el hecho de que no vayan a ser perfectas, cuando podrían ser muy buenas fotos. O cuando, tal vez, estar dispuesto a disparar podría ofrecerte la posibilidad de capturar un momento especial. Son momentos en los que puedes correr el riesgo de dejar de disfrutar de todo el proceso de hacer la foto, como si lo único que pudiera ser gratificante es mostrar el resultado.
Y en esa situación, te puedes estar jugando tu afición por la fotografía. Ese es el gran peligro de obsesionarse con buscar la fotografía perfecta. ¿Luchamos contra ello?
La ansiedad por conseguir fotos perfectas puede matar el gusto por cada una de esas pequeñas cosas que intervienen en el proceso. Si lo piensas bien, son muchas y, cada una de ellas, a su manera, te brinda la oportunidad de disfrutar:
- La investigación y selección del equipo que mejor se adapta a ti.
- La contemplación de instantáneas de otros fotógrafos.
- La lectura de artículos fotográficos.
- La planificación de la próxima sesión de fotos.
- La preparación y determinación de afrontar un nuevo proyecto fotográfico.
- La búsqueda de nuevas ubicaciones y ángulos originales con la cámara entre manos.
- El ambiente, bromas y risas propias de la fotografías de grupos.
- Los diálogos y la búsqueda de poses en la fotografía de retratos.
- La emoción previa a la descarga de las fotos en la computadora, preparado para ver el resultado.
- El revelado de cada una de las fotos, buscando sacar el máximo partido a tus fotos.
Fíjate si hay cosas de las que puedes disfrutar antes de contemplar la foto. Muchos momentos y mucho tiempo. Merece la pena pasarlo bien en cada uno de ellos ¿no?
Por supuesto que hay gente que hace fotos mejores que las tuyas. Y también peores. Pero, ¿sabes una cosa? esto no es una competición en que sólo puede seguir haciendo fotos el mejor. No permitas que se te paralice el dedo porque no consigues hacer una foto de exposición. Tus fotos pueden no ser perfectas, pero son tus fotos y sólo tú puedes hacerlas. Si disfrutas del camino y lo valoras, es muy difícil que no disfrutes también del resultado porque, en el peor de los casos, te permitirá recordar lo bien que lo pasaste capturando la foto.
Una Foto es Grande por las Emociones que Crea: No Tiene Por Qué Ser Técnicamente Perfecta
Independientemente de la calidad del equipo y de los conocimientos de fotografía que tenga el que hace la foto, todos podemos hacer fotos para el recuerdo. Puede ser que tengan un encuadre no muy acertado. O que no estén perfectamente expuestas. Por supuesto, pueden ser técnicamente mejorables. Pero no por ello van a dejar de arrancar una sonrisa o una lágrima en la persona que las contempla. Por eso, a lo largo y ancho de todo el mundo sigue habiendo muchísima gente que con una cámara muy modesta y sin conocimientos de fotografía, sigue apretando el botón de disparo. Y si ellos siguen ¿por qué tu no?
La Fotografía También Puede Ser el Pretexto para Disfrutar de la Compañía de Amigos y Seres Queridos
Renunciar a hacer fotos porque no vayan a ser perfectas también nos puede privar de esos momentos familiares tan entrañables. O de esas tardes de afición y conversación con otros apasionados a la fotografía. Y esos son momentos son tan especiales independientemente de que tus fotos sean mejores o peores.
Que Nadie te Convenza de que Tus Fotos, a Estas Alturas, Deberían Ser Mejores
Especialmente, no te dejes convencer por ti mismo. Una cosa es que te invada el deseo de mejorar y otra que el sentimiento de culpa haga continuas críticas destructivas sobre tus fotos. Da igual que lleves 15 días haciendo fotos o 15 años. No hay un nivel que debas dar. No hace falta que tus fotos tengan que dar la talla.
Fuera Complejos y... a Disfrutar
No hay fotos peores que las que nunca llegas a hacer. Así que, coge tu cámara y ¡adelante!
Fuente: DZoom
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